De los tiempos, el presente.
Decían
unos versos de Antonio Machado: "hoy es siempre todavía, toda la vida
es ahora, y ahora, ahora es el momento de cumplir las promesas que nos
hicimos, porque ayer no lo hicimos, porque mañana es tarde..."
Uno
de los problemas fundamentales en la salud mental de la mayor parte de
pacientes que acude a la consulta del psicólogo es la incapacidad de
vivir el presente.
La mente humana es
capaz de anticipar sucesos negativos que no han ocurrido, y que tal
vez, jamás ocurrirán, y aunque ocurran probablemente no sean tan
desastrosos como nuestras anticipaciones. Esos pensamientos negativos,
que solamente están en la cabeza del sujeto, no suelen ser reales, están
distorsionados, pero las emociones que provocan son tan reales como la
vida misma y se viven con gran intensidad, creando en esa persona una
gran inquietud que genera una ansiedad que hace que el presente sí que
se convierta realmente en algo molesto, desagradable y negativo.
Este
mecanismo de anticipación de hechos negativos, de interpretación de la
información de forma sesgada distorsionando la realidad, hace que se
genere uno de los trastornos más conocidos en el ámbito de la salud
mental: la ansiedad.
La
ansiedad en cierto grado nos resulta funcional. Es un sistema de alerta
y activación ante situaciones consideradas como amenazantes que es
adaptativo en muchos casos.
Nos
moviliza y nos hace reaccionar bajo condiciones normales mejorando el
rendimiento y la adaptación de la persona al medio. Hace que ante una
amenaza afrontemos un riesgo, lo evitemos o lo neutralicemos
adecuadamente. Si por ejemplo nos encontramos con un oso en medio del
bosque, la ansiedad nos activará para poder hacer frente a esa situación
y bien, huir si creemos que no tenemos opción de neutralizarlo, o de
luchar si creemos que podemos hacer frente al animal. El problema es
cuando ya no está el oso delante de nosotros y seguimos teniendo esa
activación para neutralizar el problema, esa es la ansiedad. Cuando el
oso sigue estando en mi cabeza como si estuviera delante de mí y nos
hace vivir en constante estado de amenaza. Esta es la ansiedad
patológica, la que nos hace cada día vivir la vida como una constante
preocupación y no nos deja vivir el presente.
De
ahí la importancia de focalizar la atención en el presente y no
anticipar futuros osos. Centrarnos en lo que tenemos delante, hacer las
cosas con atención y dedicación plena, como si no tuviéramos que hacer
nada más después, prestar atención a los pequeños detalles de nuestro
día a día, sentir, respirar, observar, percibir... y en el caso de que
alguna vez nos encontremos con el oso, ya veremos cómo lo afrontamos y
resolvemos la situación, pero que esa amenaza (imaginaria en la mayoría
de los casos) no me impida vivir el presente con plenitud, ya que esa
ansiedad me debilita en mi día a día, generando un estado cada vez peor
en mi, y haciendo que si algún día realmente aparece el oso, mi estado
se encuentre tan deteriorado, que entonces sí que no estaré en
condiciones de afrontar el problema con eficacia.
En
el otro polo de esta línea temporal, es decir en lugar de vivir en un
futuro negativo imaginado, está el vivir anclado en un pasado valorado
como negativo, sumidos en una tristeza y un dolor no superados, que nos
hace vivir con una actitud negativa hacia el presente, se encuentra el
otro problema fundamental de la salud mental humana en el siglo XXI: La depresión.
Vivir
culpabilizándonos por aquello que no hicimos o por lo que nos salió
mal, o por un hecho desagradable que tuvimos que vivir... Estos
pensamientos de evaluación negativos de vivencia del pasado también nos
hacen dejar de prestar atención al presente. Una atención selectiva a lo
negativo del pasado.
Con respecto al
pasado y a la incapacidad de sentir placer en el presente también está
el sesgo de la valoración idealizada del pasado. La memoria tiene un
sesgo, de carácter adaptativo de valorar los recuerdos de forma más
positiva de lo que se vivió y una tendencia a suavizar y olvidar lo
negativo.
Haciendo referencia a otro
monstruo de nuestra literatura, decía Umbral en la magistral "Mortal y
Rosa", que la felicidad está en el pasado, que confiamos en ser felices
porque alguna vez lo fuimos en el pasado, que el futuro es un pasado
actuante, y creemos que alguna vez fuimos felices porque aquella vez
creíamos asimismo haberlo sido en otro tiempo. Todo instante de
felicidad es la confirmación de que tenemos un pasado. Solo la memoria
goza.
Y no le faltaba razón al bueno de Umbral, afirmando tales tendencias humanas.
De
ahí que el ser consciente del presente, el darnos cuenta del momento
que estamos viviendo y valorarlo como bueno, como pleno, como feliz...
ahí está la felicidad realmente, en el darse cuenta del momento y
valorarlo como feliz en ese mismo instante. Si esa valoración se produce
en el futuro, ya no estamos viviendo ese presente, entonces ya no
habremos sido felices, sólo nuestra memoria lo estará siendo, con todo
el sesgo que tiene en magnificar los recuerdos positivos y valorarlos de
forma más meliflua de lo que realmente fueron.
Vivid
el presente, no evaluéis el pasado, no anticipéis acontecimientos
negativos en el futuro, y daros cuenta y valorad lo que tenéis delante
en el momento de vivirlo.
¡Sed felices!
Mariano de Vena Salvador
Psicólogo Nº de Col. M-23785
No hay comentarios:
Publicar un comentario